Este que ves tendido en la llanura,
tenaz soldado en vida y en la muerte,
tiene el aliento herido, el pecho inerte:
sufre del plomo atroz la mordedura.
Combate aún frente a la sepultura:
mano en tensión, aferra el brazo fuerte,
el ojo que se apaga anhela verte,
sentir la bendición de tu dulzura.
En la paz y en la guerra, Tú a mi lado,
bendito Capitán, remedio santo
para el mortal cadete desahuciado.
Yo que de polvo soy, de miedo y llanto,
no temeré el futuro ni el pasado
si espero la mortaja de tu manto.
Que gran poema Padre, gracias por pensar en las FA, a veces tan incomprendidas y señaladas, solo el juicio último les hará justicia.