Diciembre, en la ciudad, es un trajín, un no parar, un terminar disuelto en la masa sin nombre, en ella envuelto, sin sosiego, sin pausa, sin un fin. En mi pecho, en diciembre, el tiempo avanza. Pasa el ayer por mi memoria viva con ecos de nostalgia. Y la esperanza mueve el alma a migrar, sedienta, arriba. Arriba, el cielo azul, parece eterno y entero es el consuelo que derrama. Y así mi corazón suplica y llama al fértil corazón de amor materno. La Madre ha dado a luz, la luz me abriga, y aclara lo que no distingue el ojo. La Madre es un trigal, me da una espiga. Me alegro, me arrodillo y la recojo. Navidad 2021