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A la Virgen de la espera

VIRGEN que todo lo esperas
en este mundo que pasa,
en esta esfera que rueda
mientras firme está tu alma;
tú, que reposas los ojos
mirando el cielo y su calma
mientras mi barca se quiebra
sobre la mar despiadada,
ten piedad del que se tuerce
en medio de turbias aguas.
Siembra la espera en mi pecho
para que nazca mañana,
para que broten de nuevo
el sol, la aurora y el alba,
y que rompan tanta noche,
tanta inquietud, tanta nada.
Tú, el espejo de los cielos
que en Belén brillas cual ascua,
Virgen que todo lo esperas,
Madre que todo lo abrazas.

OCASO

«Yo que no acierto / a desvelar la meta del camino / ni a conducir las velas a su puerto»
Me postro ante la tarde. Abrazo el sino
de este ponerse el sol. Yo que no acierto
a desvelar la meta del camino
ni a conducir las velas a su puerto.
 
En este ocaso lento, inevitable,
no sé juntar los días que has talado
-del árbol de mi vida por ti amable-
para encender la llama que he soñado.
 
Dame un arder creciente y venturoso
nacido del calor de la mañana
y una tierra fecunda, un generoso
abrazo matinal de un alma hermana.
 
Postrado ante la tarde anhelo el sueño
y sueño paz, quietud sorprendo al alba.
Tu sabia voluntad ya no desdeño,
bendigo la promesa que me salva.
Declamación de «Ocaso»

Al Cristo muerto que espera la Resurrección del Beato Claudio Granzotto

Cristo muerto esperando la Resurrección, obra del beato Claudio Granzotto

Ho scolpito dal marmo duro candide statue.

Il Signore Gesù ha scolpito l’anima mia.

A golpe de cincel la roca hiero
y apago lentamente su dureza
para encender tu cuerpo de pureza,
fugaz -de este sepulcro- prisionero.
 
Graba en mi ser tu imagen, oh Cantero,
extinga tu bondad toda aspereza,
injerta en mi alma mustia la belleza,
cincela la esperanza que aún espero.
 
Yo te esculpí, me esculpa ahora tu mano;
yo te llamé, tu grito me despierte
con cinco voces que en tu cuerpo exhibes.
 
Te alcanzo a percibir divino, humano,
detrás de dura piedra, muerta, inerte,
cándida Luz que en blanco mármol vives.

Texto italiano

La roccia salda e fredda a colpi impero,
ma spengo con amor la sua durezza;
il corpo tuo accendo di purezza
fugace -in questa fossa- prigioniero.
 
Dipingi nel mio cuor il Volto vero,
la tua bontà estingua ognor l’asprezza,
nell’ anima appassita alzi bellezza,
incidi la speranza con cui spero.
 
Ti ho scolpito, mi formi or la tua mano;
ti ho chiamato, il tuo clamor mi leva
e cinque voci nel tuo corpo scrivi.
 
Così ti percepisco santo, umano
e dietro pietra morta mi pareva
guardar la pace candida in cui vivi.

Ámbar

Cuando te acuestas alzas el misterio y yo vengo a recoger tu herencia

Cuando te acuestas alzas el misterio y yo vengo

a recoger tu herencia

El sol es todo oro vencido en los cristales.

Un rayo mensajero anuncia su dolencia

dejando un testamento clavado al corazón.

La tarde es tu remanso de paz. Melancolía

visita ya mi pecho, la vida se me va.

Vendrá pronto la noche a herirme con su frío

y yo tendré en los ojos clavada aún tu luz.

Tu luz que temblorosa se aferra al ventanal

pintando de ámbar toda la celda del castillo.

Cuando te mueres dejas tu aliento en las baldosas.

Cuando te ahogas pintas de ardor tanta pared.

Cuando te acuestas alzas el misterio y yo vengo

a recoger tu herencia, a colectar tu miel.

No sé cómo entenderlo, que tengo todo y nada.

Este tu estarte yendo y estarte aquí quedando.

Todo a la vez, cual eco de tu palabra muda:

La voz de tu presencia prendida en la memoria.