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A la Virgen de la espera

VIRGEN que todo lo esperas
en este mundo que pasa,
en esta esfera que rueda
mientras firme está tu alma;
tú, que reposas los ojos
mirando el cielo y su calma
mientras mi barca se quiebra
sobre la mar despiadada,
ten piedad del que se tuerce
en medio de turbias aguas.
Siembra la espera en mi pecho
para que nazca mañana,
para que broten de nuevo
el sol, la aurora y el alba,
y que rompan tanta noche,
tanta inquietud, tanta nada.
Tú, el espejo de los cielos
que en Belén brillas cual ascua,
Virgen que todo lo esperas,
Madre que todo lo abrazas.

Diciembre

Diciembre, en la ciudad, es un trajín,
un no parar, un terminar disuelto
en la masa sin nombre, en ella envuelto,
sin sosiego, sin pausa, sin un fin.

En mi pecho, en diciembre, el tiempo avanza.
Pasa el ayer por mi memoria viva
con ecos de nostalgia. Y la esperanza
mueve el alma a migrar, sedienta, arriba.

Arriba, el cielo azul, parece eterno
y entero es el consuelo que derrama.
Y así mi corazón suplica y llama
al fértil corazón de amor materno.

La Madre ha dado a luz, la luz me abriga,
y aclara lo que no distingue el ojo.
La Madre es un trigal, me da una espiga.
Me alegro, me arrodillo y la recojo.

Navidad 2021

Sereno vultu

Amansó todos los mares…

Al Jesús de la gruta

quiero cantar.

Duerme el Niño divino,

soñando está.

Y su Madre le acuna,

le mece el mar

que le dio cuerpo al Verbo

para bregar.

Navega Jesús el mundo

de la inquieta humanidad

y con su rostro sereno

la calma conjurará:

se arrodillaron los vientos

ante la cuna y la paz

amansó todos los mares

que agita la tempestad.

El cuarto mago

Detalle de una pintura de Edward Burne Jones
La estrella de Belén de Edward Burne Jones. Detalle.

(Romance navideño. Fantasía lorquiana)

La estrella vino al portal
con su manto de alabastro.
El mago la mira mira,
el mago la está mirando.
En el cielo oscurecido
hay una estela y un barco
que al mago de oriente muestra
el camino hacia el establo.
Corre estrella, blanca almendra,
hacia el Señor de los astros,
que, por ver la luz nacer,
dejo el oriente lejano.
Mas no llevo oro ni mirra
como tienen mis hermanos,
que en mi país no hay resinas
ni metales apreciados.
Dame un hilo de tu traje
para hacerle un buen regalo,
que mejor don no tendré
sino el tejido en lo alto.
Y la estrella de su cola
un blanco hilo ha cortado,
hebra de plata y de pluma,
para gozo del rey mago:
Puesto que nace la Luz,
dale la luz que me ha dado.

Llega el oro y el incienso
al establo del poblado.
La mirra también cabalga
con su pompa y con su ornato.
Dentro del portal el Niño
tiene los ojos cerrados.

Por la llanura venía,
llama y fuego, el cuarto mago.
Con el rostro reluciente
y la luz en su regazo.
Dentro de la cueva oscura
la flor abre de sus manos:
y el Verbo que está en la carne
ha abierto los ojos claros.

Para calentar el mundo,
lumbre de Dios entre humanos.

Navidad 2013

Emmanuel, Dios con nosotros

adoraciónCuando san Pablo curó al paralítico de Listra (Hechos 14, 8-18) la muchedumbre pagana pensó que tenía delante a un dios. Y decían: «dioses han bajado hasta nosotros en forma humana». Pablo se acompañaba de Bernabé al que el pueblo llamó Zeus, y a Pablo, que era el que hablaba, le llamaron Hermes.

Y es que el pueblo de Listra creía en los dioses pero, más aún, se creía necesitado de los dioses y estaba abierto a la posibilidad de que «los dioses estuvieran entre ellos».

Pero lo que para los habitantes de Listra no era sino un imposible, se hace posible y real en la Navidad. Ya no dioses imaginarios, sino el Dios verdadero viene a vivir con nosotros. Emmanuel significa «Dios con nosotros». Dios ha bajado hasta nosotros en forma humana. Dios se ha humillado hasta hacerse hombre para curarnos el alma y, si el alma lo necesita, también el cuerpo.

Pero el mundo de hoy está muy lejos de la actitud de los de Listra. Hoy no nos sentimos necesitados de Dios. No aceptamos que un salvador venga de fuera, nos bastamos a nosotros mismos. No somos capaces de reconocer la enfermedad de nuestra alma, la cojera de nuestra conciencia, la debilidad de nuestro amor. Y por todo eso necesitamos que Otro nos cure y nos salve. Y para eso se necesita una dosis muy grande de humildad.

El mundo de hoy no quiere que «Dios esté con nosotros» porque piensa que su presencia le va a quitar la libertad al mundo. Cuando lo que hace Dios es enseñar el camino de la libertad, el modo humano de caminar con ella. Y tanto no quiere el mundo que «Dios esté con nosotros» que se afana en negar la Navidad y vestir estas fiestas con ropajes de jolgorio sin sentido y gastos superfluos y quitar las imágenes que nos recuerdan que Dios está entre nosotros.

Dios está entre nosotros, camina a nuestro lado. Dios está con nosotros, lucha en nuestro favor. Decía San Pablo: «Si Dios con nosotros, ¿quién contra nosotros?» (Rom 8, 31) Dios está por nosotros, nace en Belén para morir en la cruz y salvarnos. Dios está en nosotros, habita en nuestra alma por la vida de gracia.

Pablo, con mucha dificultad, logró convencer a la multitud de que no era un dios, sino un simple mortal. La actitud de Pablo deber ser la nuestra, la humildad. El sentido de la Navidad está en reconocer lo que somos, hombres pobres necesitados de Dios. No somos dioses por más que sintamos la tentación de hacer las cosas por nosotros mismos sin mirar a Dios ni siquiera de reojo.

Mirar a Dios… la noche de Navidad no levantes la vista para mirar a Dios en el cielo, baja la vista para verlo dormido en el pesebre y cree que ese Niño indefenso puede ayudarte. Acéptalo. Siente necesidad de su amor.